Todo comenzó durante una conversación en el
pasillo. Los pasillos de la Facultad eran centro de reunión para los
vespertinos. Llegábamos al atardecer; empleados bancarios, vendedores en
tiendas, ayudantes en negocios familiares, etc.
Esa tarde, de las primeras del año académico de
1961, me encontré con el ecuatoriano. Era el único de esa nacionalidad en toda
ingeniería. Este simpático representante andino me contaba de sus actividades
veraniegas. Entre ellas, la visita a la ciudad de Santa Fe. Allí había estado
en la Facultad de Ingeniería Química. En este punto se detuvo a contarme en
detalle sobre la beca obtenida por un grupo de estudiantes de esa facultad. Se
trataba de una beca para viajar a Alemania. El tema me entusiasmó. Quedamos en
hacer averiguaciones y volver a vernos.
Al día siguiente, luego de salir de la Caja
Popular de Ahorros donde trabajaba, me dirigí al consulado Alemán en la ciudad
de Córdoba.
La muy buena atención que recibí por parte
del Cónsul fue sin duda un gran puntapié inicial. El entusiasmo que prestó el
Cónsul desde el comienzo lo acompañó durante todo el trámite.
Tan pronto como lo puse al tanto de lo
realizado por los estudiantes de Ingeniería Química en Santa Fé, se propuso ayudarnos
a hacer lo mismo con los estudiantes de Agrimensura en Córdoba.
Nos despedimos de esa primera entrevista,
seguros de que íbamos a comenzar algo que por primera vez se llevaba a cabo en
la Docta.
Ahora me tocaba entusiasmar a los
estudiantes. Comencé con un dirigente estudiantil del CEI*, Edgardo Galletti.
Edgardo contribuyó acercando ideas de cómo organizarnos, las que fueron
sumamente útiles en los pasos siguientes.
La primera reunión adonde se habló de la
posibilidad de presentar un pedido al Gobierno Alemán, se realizó en un bar
situado frente a la facultad, lugar adonde continuaban las clases del Profesor
Racagni después de hora.
Allí conversamos con Edgardo y el
ecuatoriano e hicimos una lista de posibles interesados.
Era claro que el grupo debía estar
integrado básicamente por estudiantes de agrimensura (Ingeniero Agrimensor).
En poco tiempo se corrió la voz y se
comenzó a formar un primer grupo de apoyo; núcleo indispensable para organizar
este viaje de becarios a Europa.
Apenas un par de semanas después de estar
con el Cónsul, éste me llamó para darme la primera información recibida.
De Buenos Aires, la Embajada Alemana le
enviaba la documentación con detalles sobre el tipo de beca que se trataba.
En un par de visitas y algunas llamadas a
la embajada quedaron claras las condiciones mínimas para poder optar a la beca.
Básicamente debíamos contar con una
organización estudiantil que solicitase la beca. Dicha organización debía tener
el respaldo de la institución académica correspondiente.
Con los formularios para el pedido teníamos
lo necesario para entusiasmar a los que todavía no creían.
Ya se habían sumado algunos nuevos, entre
ellos un estudiante de Ingeniería Civil (el único aceptado fuera de
agrimensura) y gran amigo personal, Walter Sanz.
En esa semana surgió la idea de
fundar la ASOCIACION DE ESTUDIANTES DE INGENIERO AGRIMENSOR (ADEIA).
Tardamos poco en tener los primeros treinta
miembros; era el total de estudiantes anotados en la escuela.
Escudo de ADEIA.
A fines de Junio ya teníamos los
formularios listos y los entregamos a nuestro amigo el Cónsul Alemán. Le
describimos nuestros planes de recolección de fondos, búsqueda de apoyo
económico en instituciones privadas y públicas, etc.
Pero no tardamos en darnos cuenta que
recién había comenzado el trabajo.
Dos semanas después recibimos una nota en
que se nos solicitaba una serie de datos institucionales, firmas, documentos,
etc. Conseguir todo esto nos tomó meses de ajetreo y múltiples reuniones.
-
El nombre y nota de aceptación
firmada por el profesor que nos acompañaría.
-
Listado de instituciones
alemanas que deseábamos visitar y que aceptaban atendernos.
-
Documentación oficial de la
Facultad que nos respaldaba institucionalmente.
En la práctica tuvimos que rehacer los
formularios; que los refrendara el Decano de la Facultad; conseguir al profesor
que se comprometiera a viajar; listado de los estudiantes a participar del
viaje, los que deberían estar en su último año en agrimensura; contactar y
recibir invitación de las instituciones a visitar; etc.
Sin embargo nos avisaban que teníamos una
media aprobación que estaba pendiente hasta que llenáramos las condiciones
requeridas en el pedido.
Comenzamos por entrevistar al Profesor
Racagni. De entrada nos dio a entender que él no era el indicado; tenía una
familia numerosa y obligaciones profesionales que le impedían aceptar el
ofrecimiento. El mismo nos recomendó hablar con el Profesor G.S. Bartaburu.
Afortunadamente esta segunda entrevista fue
exitosa y encantado se prestó a acompañarnos en la aventura.
Debidamente satisfechos los respectivos
documentos y formularios, la activa participación de Edgardo nos ayudó a obtener
la firma del Decano.
Comencé entonces a viajar a Buenos Aires, adonde mis
parientes porteños me apoyaron alojándome durante mis innumerables viajes;
visitaba las oficinas de empresas alemanas: cartográficas, ópticas, de
ingeniería, etc. Quincenales visitas que poco a poco me abrieron las puertas de
muchas de ellas. Pelikan, Bayer, Zeiss, etc. Cada una me indicaba otra y hasta
hacían de intermediarios con aquellas que no tenían representantes en Argentina.
Paralelamente se cerraba la lista de
estudiantes a participar.
A último momento, por pedido especial del
Profesor Bartuburu, tuvimos que aceptar a otro profesor acompañante. En total
eran catorce nombres que fueron inscriptos. Entre ellos no estaban los dos
primeros compañeros: Edgardo y el estudiante ecuatoriano. Ambos habían
desistido de integrar el grupo por motivos personales.
ADEIA marchaba viento en popa, generando
actividades como
una función benéfica en el Teatro Rivera Indarte; bailes; rifas; etc.
Vimos entonces que a los fines de obtener
un apoyo directo de la Facultad de Ingeniería, debíamos contar con algo más que
la buena voluntad de nuestro amigo Edgardo y su CEI.
Se nos ocurrió la idea de tener un miembro del grupo como
consejero estudiantil.
Entrevisté a dirigentes del UDEI para
pedirles una tercera ubicación entre cuatro candidatos. Con la elección encima
y con una respuesta que nos aseguraba solamente el cuarto lugar, me volví a
Edgardo quien volvió a darnos su apoyo en el CEI y conseguir la tercera
posición buscada. Nuestro candidato fue el Flaco Scaramuzza. Con el apoyo y
voto en masa de nuestros treinta estudiantes y sus amigos conseguimos que
triunfe el CEI con suficiente margen como para obtener el tercer lugar.
Habíamos dado un paso adelante de gran importancia ya que posteriormente la
Facultad nos dio suficientes fondos como para adquirir el pasaje vía marítima
de los 14 participantes.
Un aporte de similar magnitud fue concedido
por la Caja Popular de Ahorros, mi empleador. Con esto, más lo aportado por
Catastro de la Provincia y lo reunido en las múltiples actividades realizadas, teníamos
suficientes fondos para sostener a los 14 estudiantes y profesores durante todo
el viaje.
No quiero dejar de lado la colaboración
recibida de muchos estudiantes que no estaban en el listado pero que nos
apoyaron en todo momento; como el caso de
aquellos que participaron en el viaje anual que la escuela realizaba a Buenos Aires. Durante el
mismo se hicieron ahorros y colectas que se sumaron a los fondos para el viaje.
A fines de Octubre recibimos el visto bueno
definitivo y el detalle del
viaje según lo había preparado la DEUTCHER AKADEMISCHER AUSTAUSCHDIENST, la
institución que nos becaba y se encargaría de nosotros al arribar en Hamburgo.
La beca constaría en una comida de bienvenida al arribar, la provisión de un
ómnibus con choffer, un guía bilingüe, el alojamiento y la coordinación del
recorrido por toda Alemania Occidental, incluido Berlín Occidental.
Finalmente tuve que encarar la tarea de
adquisición de los pasajes. Se había elegido viajar en una compañía francesa **
con los barcos LOUIS LUMIERE y CHARLES TELLIER.
Al comprar los pasajes, la agencia no creyó
necesario hacer las reservas del regreso con tanta anticipación. En
especial porque luego de la beca en Alemania, el grupo se dividía en tres o
cuatro subgrupos o individuos que volverían en distintas fecha.
En la última reunión del grupo se decidió
que cada uno debería presentarse en el puerto dos horas antes del embarque.
La lista de participantes quedó constituida
por los estudiantes Cáceres, Sanz, Vals, Salas, Badaró, Croppi, Alvarez,
Scaramuzza, Lucero, Romero, Farber y Rodríguez y los profesores Bartaburu y Garro.
La partida tuvo lugar el 2 de Enero de 1962
desde el puerto de Buenos Aires***.
Los becados en el Louis Lumiere en viaje a Hamburgo.
* CEI: Centro de Estudiantes de Ingeniería.
Leopoldo Rodríguez
Diciembre 2005