domingo, 17 de octubre de 2010

DE CRUZ DEL EJE A WASHINGTON

Era un día como tantos. Regresaba de la oficina. Si a ese hueco se le podía llamar oficina! Ya sentado en el metro busqué lectura. A la hora del almuerzo tomé varios periódicos en español que se distribuían en forma gratuita. Lo hice para conocer lo que por entonces me era poco familiar: la minoría denominada hispánica. Según el censo de los EEUU, el que pertenece a una familia o viene de un país en que se habla español, es automáticamente un hispánico. Yo caía en la volteada. Ahora era un hispánico. Aunque sea por eso debía leer estos periódicos. Abrí el primero que encontré. Los titulares no me atrajeron. Muy locales y de intereses distintos a los mios. Comencé a leer los anuncios comerciales. Como distribuidor de libros en español podía ser interesante colocar uno. Ya llevaba casi tres años en la ciudad junto al Potomac. El negocio que había comenzado en forma brillante, languidecía desde que había perdido el apoyo de la central. Me sentía traicionado y sin el entusiasmo inicial. Mi pensamiento vagaba ahora sobre los comerciales de El Pais. Periódico semanal cuando sale. "Un hispánico que triunfa.....con la ayuda de GM". Me llamó la atención la foto de esta media página. Un señor substancial y su secretaria. Quise saber cómo era esta alianza de GM y un hispánico. El hispánico triunfante resultó ser un argentino. Cuando llegué al nombre del exitoso me quedé boquiabierto: "Facundo Bravo". Bravos puede haber muchos, pero Facundo! Recordé de inmediato a los chicos Bravo. Cruz del Eje y Córdoba hacía treinta o cuarenta años. El Ñoño Bravo.
Compañero de jardin infante y todo el primario; hasta el sexto grado en aquel celebrado "Año del Libertador". Amigo de juegos y experiencias de la infancia y primera juventud. Nuestros viejos trabajaron juntos durante décadas. Ambos llevaron a sus respectivas familias a Córdoba. Vivimos cerca; en el Bajo Palermo. Pero al fin del primario se separaron los caminos. No recuerdo haber sabido de ellos durante el secundario y la universidad. Después de diez años lo volví a ver en un ómnibus en Córdoba. Me dijo que se iba a los EEUU. A la zona de California. Se lo veía entusiasmado. Muy decidido. Un par de años después lo ví a su padre y orgulloso me contó que su hijo estaba en Berkeley, en California. Después nada. Y ahora este Facundo Bravo! Será el hermano menor? Eran tres hermanos. Ñoño, el Tata y Facundo. El anuncio daba más detalles: "...arribó a USA en 1963." Coincide en la fecha. Se habrán venido juntos? "..dueño y gerente de la firma Precision Boring, localizada en.." y daba el nombre de un pueblo en el estado de Michigan. Recorté el anuncio y lo guardé con otros papeles.

Habrán pasado unos días, cuando haciendo la periódica limpieza de la billetera hallé el anuncio. Estando al lado del teléfono, quise probar el número que me habían dado para localizar abonados en cualquier lado de los EEUU. Resultó. Me dieron el número de la empresa. Llamé y me atendió una máquina. La firma de marras se había trasladado a Lansing, otro pueblo de Michigan. Anoté el teléfono que me dictó la computadora. Por alguna razón no llamé. Puse el papelito con anuncio y teléfonos en la mesa de luz y lo dejé para después. Ese después tuvo lugar en dos meses. También durante una periódica limpieza, esta vez de la mesa de luz. Encontré el anuncio con los números. Marqué y esta vez me atendió en español una secretaria. Le pregunté por Facundo Bravo, "..de parte de un amigo de la infancia". El Sr. Bravo no estaba. Instintivamente le pedí el número de la casa. Y milagro! Me lo dió. Parece que le resulté sincero a la chica. Llamé ahora al domicilio y esta vez no contestó nadie. Ni pude dejar mensaje. Parecía que con esto terminaba mi paciencia y la búsqueda. Estuve a punto de tirar el pedazo de periódico. Pero al ver la foto me volvió la curiosidad inicial y creí que encontrarlos valía el esfuerzo. Pasó un tiempo y en una oportunidad en que recordaba viejos amigos tomé el papel y volví a llamar. Contestó una mujer. Era la esposa. Me volví a presentar como un amigo de la infancia. Esta vez no resultó tan convincente, hubo silencio. Cuántos amigos de la infancia lo llamarían? Para dar veracidad a lo dicho le pregunté por los hermanos, el Ñoño y el Tata. Esto pareció romper un poco la capa de desconfianza. Me pidió el teléfono y prometió darselo a Facundo. Ya tenía la seguridad de que era uno de los Bravo.

- "Hola".

- "Con la casa del Polo Rodriguez"?

- "Si".

- "Decime, vos sos el Polo, con quien jugábamos a los autitos?"

Esa pregunta fue toda una tarjeta de presentación; llena de recuerdos de la infancia.
Era Facundo contestando mi llamado.
Luego de las primeras y consabidas preguntas de cómo estás y qué fue de Uds., quise saber por dónde andaba mi amigo el Ñoño.

- "Mirá, por el código de área no debe vivir lejos tuyo."

Me dió un teléfono que también comenzaba con 703. Luego de despedirnos, dudé un momento, finalmente levanté el tubo para hablar a ese número que ponía a mi amigo de la niñez, al de Cruz del Eje, en Washington.
Una voz contestó. Supe en el instante de que no había cambiado. La voz era la misma. Su sorpresa fué mayúscula. Vivía a un par de kilómetros de nuestra casa. En el mismo Fairfax County. Volvíamos a estar a distancia equiparable a la que estábamos cuando vivíamos en Córdoba. Apenas salió de la sorpresa y los primeros intercambios de información, hicimos planes para vernos esa misma tarde.
Preparé un video. Salimos con mi señora y en cinco minutos estuvimos en su casa.
Al abrir la puerta, vi al Ñoño de hace treinta o cuarenta años. Más grande, más arrugas, pero la misma persona. Los mismos modos. Presentación de las familias, intercambio de recuerdos y noticias. Luego ver el video; las fotos del segundo grado, tercero, hasta el sexto; varios cumpleaños; fotos de los años cuarenta, vistas con nostalgia en los años noventa.
De Cruz del Eje a Washington.