Un día
cualquiera, sentado en un Starbucks en Vienna, población en la sureña y
conservadora Virginia, tomando café y haciendo cuentas que no cerraban, entró
con gran bullicio un grupo de chicas, que tomaron asiento en dos mesas frente
al ventanal que daba a la avenida, buscando luz y lucir su juventud.
A poco entró un chico de lo mas pintón vestido como galán de tele y se sentó en la única mesa libre que daba sobre la avenida, buscando luz y lucir su juventud.
A las
chicas se les enturbió el habla ante semejante ingreso; intercambiaron miradas
y gestos que decían del impacto causado por la entrada del galán. Comenzaron a
gesticular y levantar la voz chillona tratando infructuosamente de llamar la
atención del recién llegado, el que ensimismado en sus propias preocupaciones,
preparó su bebida, se acomodó en su asiento, sacó de un bolso un par de madejas
de lana, unas agujas y continuó con su tejido de un par de medias.
Leopoldo Rodríguez, Julio 2004