HISTORIAS DETRAS DE ALGUNAS FOTOS... La triste realidad de la logística recibida durante una
corta estadía en Antártida.
A mediados
del año 1972 se me solicitó presentar un
plan de mediciones gravim
étricas a realizar en la Isla Decepción.
La Isla
Decepción se encuentra al noroeste de la Península Antártica. Es el principal volcán
activo de la cuenca del estrecho Mar de la Flota. Es un foco de
actividad sísmica y volcánica de la Antártida
Argentina. Siendo la cima de un cráter volcánico, su forma es aproximadamente
circular, con un diámetro medio de 15 km; tiene 18 km de norte a sur y 16 km de
este a oeste. Su altitud máxima es de 540 metros. La isla alberga en su
interior una gran bahía que tiene una estrecha abertura de unos 150 metros,
llamada Fuelles de Neptuno, que la comunica con el exterior.
La Isla Descepción
Se encuentran en
la isla numerosas lagunas termales y la temperatura del agua de la bahía es muy
superior a la del mar al exterior de la isla. Nuestra tarea seria la de llevar
a cabo mediciones topograficas y gravimétricas en condiciones extremas. Se me
asignó al sargento Toconas, de
gendarmeria, como
ayudante de comisión. Llevariamos un equipo Lacoste & Romberg, un teodolito y un altimetro. La
marina se encargaria del
aspecto logistico y estariamos acompañados en la Isla por tres geólogos, un
ornitólogo (cordobeses y salteños) y un cocinero. La estadia seria de aproximadamente cuarenta y cinco
dias.
Personal y equipo de la comisión
A fines del
año 1972 salimos en misión hacia el Sur. Para el viaje Buenos Aires a Ushuaia me embarque con el
gravimetro en un C-130. Toconas se habia embarcado con el resto del intrumental en el transporte
antartico Bahia Aguirre; barco que nos llevaria a la Isla.
El rompehielos San Martin y el buque de apoyo Bahia Aguirre en Ushuaia
El primer inconveniente se presentó
cuando arribado a Ushuaia me dirigi al Bahia Aguirre en busqueda de mi
asistente y del
camarote en que viajaria a la Isla.
El Sargento Toconas no estaba en la lista del personal a bordo!
Cuando me encontraba a punto de llamar a Buenos
Aires para preguntar que habia pasado con mi asistente, un
suboficial del
barco me dijo que durante el viaje habia estado conversando con un personal de gendarmerie,
pero no se acordaba el nombre.
El joven oficial que compartiria conmigo el camarote durante
el cruce del Drake se movilizó en busqueda del perdido Toconas a quien ya todos
llamaban “el polizón”.
Poco despues apareció con el consternado Toconas quien
explicaba una y otra vez que el habia abordado el buque en el puerto de Buenos Aires y que le
habian asignado un lugar entre la marineria adonde habia estado muy bien
tratado. Los instrumentos los acababa de recuperar y estaban en perfectas
condiciones. La circunstancia de que pudiera alguien abordar el barco sin luego
figurar en la lista de embarcados me dejo preocupado; pero por el momento era
solo un evento sin consecuencias.
Esa tarde salimos hacia la Isla y cruzamos el Drake durante
la noche. El viaje fue muy movido
como
era de esperar y al despertar ya nos encontramos con los primeros icebergs.
Primer tempano al cruzar el Drake
Al llegar a la Isla Decepción tuvimos la sorpresa de que el
hielo de la bahia estaba mucho mas compacto de lo que normalmente se encontraba
en esta epoca. Esperamos afuera de la bahia mientras una partida estudiaba el
espesor del
hielo y las viabilidad de entrar con el Bahia Aguirre.
La Bahia de Isla Descepción todavia con hielo
Finalmente se decidió
ingresar atraves de los Fuelles de Neptuno y desembarcar utilizando el
helicóptero. Primero fueron oficiales de la marina a fin de revisar el estado
de la base y tomar las primeras medidas para que ocuparamos nuestro
alojamiento. A poco comenzaron el embarque de mas personal y equipo para
remover la nieve y el hielo que tapaba los edificios de la base. Finalmente me
tocó el turno y ocupe el helicoptero con el Lacoste & Romberg en mi falda y
un par de geólogos.
El total del personal a quedarse en la isla
Desembarque en helicóptero
Al llegar me encontré con la
novedad de que ocupariamos el galpón de la tropa. El que seria nuestro jefe de
comisión, un profesor de geologia de Salta,
estaba confundido y preocupado ya que el chalet para la oficialidad era mucho
mas cómodo y alcanzaba perfectamente para los siete integrantes del grupo. Preguntamos
cual era la razón de destinarnos un galpón de tamaño desproporcionado para
nosotros. Se trataba de un edificio de madera
y chapas que podia albergar entre 20 y 30 personas. Insistimos que este galpón
seria mucho mas dificil de mantener calefaccionado e iluminado. Nos contestaron
que nos dejarian suficientes garrafas como
para cubrir todas las necesidades de calefacción e iluminación.
Abriendo camino hacia el galpón
Por último le dijeron a nuestro jefe de misión que por
reglamento, dado que habia un suboficial y un personal civil no profesional, no
podian dejarnos utilizar el chalet.
Por supuesto que este detalle nos lo dieron cuando ya el
helicóptero habia levantado vuelo dejándonos solos en la base.
Terminada la limpieza del
exterior y acomodado algo el equipaje en el interior, se distribuyó la tarea a
realizar en el montaje de botes, revisión del material de apoyo, radios, botiquines,
garrafas con faroles y calentadores, alimentos, etc.
Junto con Toconas comenzamos a ver el material de primeros
auxilios. Apenas habiamos comenzado a abrir las primeras cajas escuchamos un
primer grito de angustia.
El personal encargado de revisar las garrafas que nos darian
luz y calefacción habian descubierto que las roscas de las garrafas y los faroles
y/o calentadores que se debian enroscar no coincidian. Es decir, como descubrimos a continuación, solamente un 40% del equipo de luz y
calefaccion nos iba a ser de utilidad. El resto era inutil ya que las roscas no
coincidian.
Pasado el mal rato reinició cada grupo su tarea, pero no
tardo en sentirse otro grito de angustia. Esta vez eramos nosotros que
acababamos de descubrir que contabamos con cerca de cinco cajas con bisturies y
otros equipos de cirujia, pero no contabamos con elementos de primeros auxilios.
Nada de gasas, alcohol, cinta adhesiva, etc.
Ya todos nos mirabamos sorprendidos; incredulos de que
fallas tan serias se pudieran dar en el apoyo de una comisión tan pequeña.
Pero las malas noticias no pararon alli. Los geólogos que
estaban revisando las radios vieron como
la primera se fundia lentamente apenas conectada a la bateria correspondiente.
Era una de las dos que teniamos como
todo medio de comunicación con el exterior. Ellos no se explicaban cómo podia haber ocurrido
ya que habian operado siguiendo al pie de la letra las instrucciones. Dada la
importancia de lo ocurrido, todo el grupo rodeó a los operadores que con el
mayor de los cuidados procedieron a conectar la segunda radio. Para horror de
todos, la segunda radio se comportó como
la primera, las viejas valvulas se fundian en cuanto sentian la electricidad.
Apenas horas despues de que el Bahia Aguirre dejara la isla,
estabas incomunicados.
La rabia era ya indescriptible. En un galpón enorme sin
suficientes garrafas para calefaccionarlo e iluminarlo; sin elementos de
primeros auxilios en caso de que alguien se accidentara; sin radio para
comunicarse con exterior. Ya nadie pensaba sino como realizar la denuncia de semejante
desastre de apoyo logistico.
La unica persona que parecia no alterada por tanta mala noticia era el
cocinero de la comisión. Este era un empleado del Instituto Antartico y no era
nuevo en la Antartida y como nos dijo, no era
nuevo en esto de aguantar los horroros que producia la pesima logistica de
apoyo de la Marina.
Por ello habia insistido y logrado revisar los alimentos que desembarcarian
para nuestro sosten. Por ello es que nos daba la buena noticia de que teniamos
el almuerzo listo.
Los primeros dias en la base fueron de un comportamiento
sumamente conservador, no solo por la falta de elementos de apoyo, sino tambien
porque el hielo seguia impidiendo nuestra navegación en la bahia.
Con el tiempo nos volvimos mas confiados y en cuanto el
hielo nos dió un respiro comenzamos la preparación de los botes de goma. Para
ello desempacamos los motores fuera de borda y una vez listo este paso,
encaramos la mezcla del
combustible. De acuerdo a las instrucciones recibidas por el grupo responsable
y por el cocinero mil usos, se consultó a los manuales correspondientes. Si
estos manuales hubieran estado en castellano, tal vez hubieramos sabido de
inmediado cuales eran los porcentajes correctos de aceite y nafta.
Lamentablemente estaban en ingles y en una terminologia tecnica que parecia
escrita con el solo efecto de confundir.
Se decidió probar con distintos porcentajes de mezcla segun
recordaban los que habian recibido instrucción. Finalmente, luego de nuevos
momentos de preocupación, arrancaron los motores y con ellos se puso en marcha
el trabajo.
Al fin con los motores funcionando...
Durante el tiempo que estuvimos en la Isla Decepción,
sufrimos un fuerte temblor, un viento huracanado helado, y lo que consideramos
la mas increible e incompetente logistica que se pudiera pedir.
Preludio a las Malvinas?