miércoles, 17 de marzo de 2010

MI TIO ERA UN HEROE

Mi Tío era un héroe. Me parecía que nadie lo sabía y lo voceaba con ganas.

- Mi Tío es un héroe! Tiene una medalla nueva y todo.

Por su desempeño en el desembarco en la playa Omaha, en Normandía, lo habían condecorado y estaba de regreso en Fredericksburg.

-Nos vamos al pueblo de mi tío. Mi tío es un héroe.

Decirlo ahora no es nada. Pero decirlo en 1944 era algo muy especial.
Llegamos a Fredericksburg un sábado por la tarde. El día siguiente, el 23 de Noviembre de 1944 se realizaba un acto en homenaje al héroe. En la Iglesia a la que pertenecía la familia.
Esa noche escuchamos embobados sus relatos de guerra. Era como ver una película; en la que el primer actor era mi Tío, el Héroe. Pronto se hizo la hora en que los menores debían irse a la cama..... y yo tenía sólo ocho años.
Estaba acostado sumido en fantasear cuando oí un rumor; como ecos que me llegaban por la rendija de la puerta entreabierta. Abajo, en la cocina, seguían las historias de mi Tío. Arrastrándome llegué a la baranda del entrepiso. No sé cuanto tiempo estuve allí, medio despierto, medio dormido, llevado por la fantasía de guerrero intrépido. A la mañana me despertaron con un coscorrón, al tiempo que escuchaba un grito de mi padre:

- Levantate sinverguenza. Ahora dormís.... claro, anoche tuvimos que acarrearte a la cama.

Yo ni me acordaba. Sólo quería seguir durmiendo.

- Apurate que llegamos tarde a la Iglesia.

Sentí que bajaban las escaleras. Las voces se apagaban al alejarse y yo entré en pánico. Por nada me perdía esa misa. Sentí cómo cerraban la puerta. Bajé a los gritos. Al llegar a la verja ya no podía verlos. Volví llorando a la casa. Noté que alguien estaba en el jardín. Era un miembro de la familia de mi tío.

- Ahora tenés que irte solito.

Me dijo con una sonrisa socarrona.

- Por allí, hasta el fondo y media cuadra a la derecha.

Salí desesperado sin dar las gracias tantas veces predicada. Nunca andaba solo en mi barrio de San Antonio. Mucho menos en otra ciudad. Recuerdo que pensé en Pancho Villa, el caudillo de que me hablaba mi padre; en mi Tío; en lo valiente que tiene que ser un guerrero y seguí adelante. A pocas cuadras, al final de la calle, ví una Iglesia; me fuí derechito. Había gente entrando.
"Saint Anthony Catholic Church" leí y subí corriendo las escaleras.

-Where are you going, my boy?

Quedé petrificado. Era el padrecito y me hablaba en gringo.

- Well, my boy....

- I'm going to church. I'm late. My mom.....

Alcancé a decir entrecortado mientras trataba de eludirlo y entrar. El cura, un grandote, estiró la mano y me dió media vuelta.

- Boy, your church is half a block from here. "Esa es tu Iglesia"!

Terminó diciéndome al señalarme hacia donde alcancé a ver otra casa de Dios, más modesta, más bajita.
Sorprendido, avergonzado, fuí bajando las escaleras despacito, mirando hacia atrás, hacia el cura, que se me hacía cada vez más grandote, y su Iglesia, que no era la mía, que ahora quedaba en las alturas.
Nunca me olvidé del día del homenaje a mi Tío , el héroe de Omaha, en su Iglesia, la Iglesia Católica para mexicanos de Fredericksburg.



Leopoldo Rodriguez (Abril 1996)

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