martes, 7 de abril de 2015

EL PROFE Y EL CORDOBAZO

Los miércoles por la noche sabíamos que vendría el profe economista que daba clases sobre rudimentos de economía para profesionales de la ingeniería.
El profe se manejaba bien teniendo en cuenta la hora de su clase, el tipo de audiencia adulta y el ser un economista en medio de ingenieros.
Lo malo estuvo cuando se largó a hacer pronósticos o a opinar sobre el ministro de economía de turno; en este caso Adalberto Krieger Vasena, durante la dictadura de Onganía (el Onganiato).
    
 

                               A.Krieger Vasena, siempre al servicio de las dictaduras….

Krieger Vasena era de los que insistían en que nuestra industria era obsoleta, ineficiente y que exigía inversiones; éstas debían realizarse en aquellos sectores en que tuviéramos "ventajas comparativas". En una palabra, buscar inversión extranjera (vendiendo lo obsoleto); despedir obreros y empleados que sobrarían (eficiencia) y dedicarnos al campo y a la industria dependiente del campo (ventajas comparativas).
En mayo de 1969 hizo un viaje a Córdoba, la Docta, donde un congreso de economistas examinaría los progresos de la ciudad. A su regreso, a principio de junio, nos habló de una ciudad pujante, con casi pleno empleo, de industrias trabajando a todo vapor; era una exaltación de Córdoba en tal forma que a mí, cordobés, me daba calor escuchar tantos elogios. Para el profe, el ministro Krieger Vasena estaba demostrando cómo menos pero más eficientes industrias, era la clave para el progreso del país.
Y llegó el 29 de junio de 1969. ¿Se acuerdan del CORDOBAZO? Gran rebelión obrero-estudiantil en la Docta.  El pronóstico y su sobresaliente ministro de economía se fueron al diablo.              
                                  

          El Cordobazo: enfrentamiento de obreros y estudiantes con la policía y las Fuerzas Armadas.

Pasaron las vacaciones de julio, volvimos a clase y todos estaban esperando la hora del "economista" y sus pronósticos.
Pero el miércoles dio el faltazo; tuvimos que esperar dos semanas para que  el profe apareciera nuevamente. Lo dejamos entrar en un profundo silencio; como esperando una explicación.

-        Me imagino que se habrán dado cuenta cómo el extremismo ideológico de unos pocos pueden destruir el deseo de trabajo y progreso de la mayoría.

Se largó con todo. "La mejor defensa es un buen ataque"; y él se adhirió cien por ciento a este consejo. Se olvidó de los números con que nos explicaba de las ganancias que las empresas obtenían y con ello capitalizaban progresivamente a la ciudad; ahora era evidente que en una ciudad de "leguleyos" era alto el riesgo para cualquier inversión.
Nuestro profe, que nos parecía serio y bien informado en sus anteriores exposiciones, ahora parecía otro extremista más; otro dramatizador de los eventos en su descripción, sin intentar en ningún momento buscar las razones de la explosión social ocurrida.



Leopoldo Rodriguez (diciembre 2009)