domingo, 8 de mayo de 2011

OBSERVATORIO PECNY

“Vaya nomás, si nosotros no dejamos de ir a las bien servidas reuniones a que ellos nos invitan”.
Esas palabras me permitieron aceptar la invitación.
Había conocido a los checos en el seminario sobre Geodesia Espacial organizado por el Institute Geographique National que tuvo lugar apenas arribados a Paris en Abril del 1967. La invitación la recibí poco después; fue una sorpresa esperada fruto de insinuaciones sobre lo interesante que sería conocer a un país de detrás de la cortina de hierro.
Durante el seminario, realizado en la sede del instituto en la Rue Grenelle, me había tocado compartir una mesa con Jan Rambousek, un miembro de la delegación checa y con quien podía conversar en francés, idioma que resultó ser bastante conocido por los checos.
Pensaba aprovechar la ida a un congreso en Lucerna para “pasar” al regreso por Praga.
Como becario de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales de Argentina, me creí obligado a consultar con el agregado militar sobre la conveniencia de aceptar la invitación.
Obtenido el visto bueno, ayudado por los franceses con los viáticos y el pasaje, salimos de recorrida a mediados de Septiembre del 1967. Luego de un par de semanas en Lucerna, para asistir al congreso de la Asociación Internacional de Geodesia; un paso por el Instituto Geográfico en Florencia y una corta estadía en Viena, el 5 de Octubre tomamos el tren a Praga. Como el vagón tipo pullman al que subimos estaba casi completo, tuvimos que sentarnos separados. A poco de andar Mery me llamó y me ofreció cambiar el asiento, ya que con ella viajaba un señor con quien, ella estaba segura, me gustaría conversar. Se trataba de un médico checo que regresaba de un congreso en Viena. Enseguida retomó la conversación iniciada con Mery. Al enterarse de que viajábamos juntos con una beca, se quejaba de cómo cambiaron las cosas en su país; Checoslovaquia.
- Cuando eramos jóvenes, siempre viajabamos juntos con mi señora y mi hija; ahora no nos permiten salir sino de a uno. Pero eso no es lo peor, el año pasado mi hija rindió el exámen para ingresar a medicina; a pesar de sus buenas notas no logró el ingreso. Cuando preguntó, se le informó que por ser hija de médico tenía de por sí una condición negativa. Preferían hijos de obreros o empleados no universitarios. Estos sucedidos me alejan cada vez más de mi vieja adhesión al partido. Porque todo esto y otros sin sentidos me ocurren a pesar de que soy miembro del partido comunista.Frontera
Esta conversación fue la introducción a mi experiencia en Checoslovaquia.
Allí, en la estación de trenes, nos esperaba nuestro conocido Jan Rambousek. Sonriente, de traje y corbata, saludo formal de bienvenida en checo y francés. Al dirigirnos hacia la salida alcanzó a decirnos que dado que su auto estaba en el taller, deberíamos tomar un taxi.
Nos había reservado un hotel de buena categoría sin ser de muchas estrellas. Me explicó que al día siguiente nos vendría a buscar para acompañarnos al observatorio Pecny, adonde podíamos participar en las observaciones satelitarias que se estaban realizando. Siendo ya tarde salimos del hotel para comprar algo para comer y evitar gastos en restaurantes. Nos encontramos con una ciudad obscura, pero elegante. Con mucha gente caminando en calles barrocas y con escazas vidrieras.
Nos descepcionó la pobreza de ofertas en los mercaditos. A lo cual se sumaba una cierta dejadez en la exposición de la mercadería; en especial los productos lacteos y huevos. Sin llegar a considerarse falta de higiene, el desórden y el descuido daba muy pobre impresión.
Tambien nos llamó la atención la forma de abonar el pasaje en los ómnibus; uno debia depositar el costo en una caja, bajo el único control de las miradas de los otros pasajeros. Claro que más nos sorprendió cuando en hora pico, con el vehículo colmado de pasajeros, un checo nos dijera que “ahora no se paga” porque “no se puede llegar a la caja”!
Así como encontramos este pasajero que nos habló en inglés, tambien encontramos una pobre mujer de unos sesenta años, con ropas y traza de sin hogar, que nos habló en francés. En realidad, el alemán había sido el segundo idioma por siglos, pero ahora había sido sustituído por el ruso, que se enseñaba en las escuelas. Sin duda estabamos en un país europeo; aún cuando en ese entonces estuviera del otro lado de la cortina.Paseando por Praga
Pasear por calles y plazas con un mínimo de tránsito, visitar museos sin tener que pagar entrada, caminar a orillas del Vltava y cruzar el puente Carlos con la vista de las torres de la Vieja Plaza de la Ciudad, fueron una de las tantas cosas que nos encantaron en esta estadía en el entonces estado comunista de Checoslovaquia.
El que se nos acercaran a ofrecernos comprar nuestros zapatos (justo frente a una tienda catalogada sólo para extranjeros); la pobreza de la oferta en librerías; la falta del bullicio propio de las ciudades de donde veníamos (Roma, Paris) nos indicaba el tipo de control que existía en esta Praga del 1967. Sin mencionar el estricto control de cambio; que nos obligó más de una vez a sortear a quienes nos ofrecían cambio en el mercado negro.
Al día siguiente, luego del desayuno en el Hotel, fuimos con Jan al Observatorio Pecny. Esta visita era la razón de nuestra venida a Praga. Jan nos llevó en taxi hasta tomar un ómnibus que nos dejó en el poblado de Ondrejov. De allí caminamos hasta el Obervatorio. Luego de las presentaciones formales y un recorrido de las instalaciones, quedamos en que nosotros volveríamos al día siguiente para estar presente durante una práctica de las observaciones satelitarias que allí se realizaban.
A medio día estabamos invitados a visitar las oficinas del Instituto de Geodesia y Cartografía. Pero Jan me informó que por refacciones que se realizaban en el edificio del Instituto, se modificaba el programa, y el Director (el otro checo a quien yo había conocido en París) me invitaba a almorzar. Confieso que nos quedó la duda sobre si el cambio de programa de debía realmente a una refacción del edificio.
El restaurant estaba ubicado en pleno centro. Comimos lo que me presentaron como auténtico goulash húngaro que era la especialidad de la casa. Hablamos sobre mi trabajo en Argentina y mi estadía en el Instituto Gegráfico Francés. Poco pude preguntarles sobre los planes actuales y futuros en el campo que me interesaba. En retrospectiva pienso que ellos estaban poco interiorizados de las actividades satelitarias realizadas en Pecny.
Esa tarde, caminando por las tranquilas calles de la ciudad, nos sorprendió ver un cartel en español: “Casa de Cuba”. Entramos encantados de encontrar un lugar adonde hablaran nuestro idioma. Nos atendió una empleada que nos paró diciendo que estaba por cerrar por duelo. El duelo se debía la muerte del Che (1).
Alcanzamos a ver que la “Casa de Cuba” tenía unos pocos títulos en exposición y todos ellos se referían a la revolución cubana. De lo acontecido en Bolivia recién nos enteraríamos en Munich; nuestro próximo destino.
Al tercer día nos tocaba movernos solos. Luego del desayuno muy temprano tomamos el mismo ómnibus del día anterior; luego cambiamos la ruta desde el pueblo al observatorio. Tomamos un sendero que se introducía a un denso bosque. Allí la luz del sol de la mañana dejaba verse en rayos que a duras penas se filtraban por la copa de los árboles. Alcanzamos a ver algunos cervatillos y gozamos de la frescura y la belleza propios de los cuentos de hadas europeos. Lamentablemente esta enriquecedora experiencia duró muy poco tiempo ya que enseguida arribamos al claro adonde se encontraba un conjunto de edificios, uno de los cuales era el observatorio adónde nos dirigíamos.Pecny, cerca de Praga
Esta vez el personal técnico a cargo de las observaciones nos guió en una gira detallada de los equipos utilizados y las operaciones que se realizaban a fines de la obtención de datos geodésico satelitales. Aprovechamos la libertad que se nos brindaba para sacar las fotos que se nos habían recomendado obtener y anotamos detalles de los procedimientos e instalaciones.(2)
Pasado el medio día tomamos un ligero almuerzo en la cafetería del lugar y regresamos a Praga con un material que justificaba nuestra visita.
Como al día siguiente teníamos previsto partir hacia Munich, durante la tarde hicimos una rápida visita a la iglesia San Nicolás y respondiendo a una invitación de Jan, nos encontramos con él en un bar donde pudimos escuchar música viva y gozar de un ambiente justamente bohemio.
Luego de algunas copas y contando con la ayuda de la atmósfera del lugar, dejamos las formalidades de lado y empezaron las confesiones.
Jan comenzó diciendo que en realidad él hubiera querido seguir estudios de Ingeniero Hidráulico, pero que por problemas de “cuota” no lo habían dejado seguir dicha carrera. Que por ello había finalmente tenido que tomar los cursos para Ingeniero Geodesta. Nosotros le contamos las peripecias en que vivíamos para hacer que la pobre beca que nos habían dado nos permitiese vivir. Lo poco que ganábamos en Argentina y la circunstancia de que todavía no teníamos auto. Allí nos confesó que en realidad él tampoco tenía auto. Que nos había hecho creer que tenía auto pensando que todos los del lado capitalista tienen uno.
En general, sin intercambiar una sola palabra de política, nuevamente se podía ver el descontento existente sobre las condiciones de vida en la Checoslovaquia de 1967.
Nos despedimos pensando que sería muy difícil volvernos a ver.
Hoy, Agosto del 2005, de nuevo en contacto con Jan, existe la posibilidad de que nos volvamos a encontrar. (3) (4)

(1) Ver cuento UNA PECULIAR MANERA DE CAMINAR
(2) Sospechamos que las “instrucciones” recibida junto a la ayuda de los franceses era casi un caso de espionaje.
(3) Acabamos de intercambiar e-mail con nuestro viejo conocido.
(4) No pudo ser en 2005 ni 2006 y volvimos a perder contacto con Jan.

Leopoldo Rodríguez, Agosto 2005 / Mayo 2011